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Elvira González, galerista: “Las vergüenzas de tu país no las puedes vender”

Elvira González, galerista: “Las vergüenzas de tu país no las puedes vender”

Vestida de blanco, porque cuando le hacen fotos dice que siempre se viste así, con coral adornando sus orejas, cuello y manos y una deslumbrante sonrisa, Elvira González (Madrid, 88 años) mostraba su buen humor, su sentido común y su inagotable curiosidad este martes horas antes de recibir el premio Alberto Anaut. El nuevo galardón reconoce la “labor decisiva en la profesionalización del galerismo y en la difusión del arte moderno y contemporáneo” de esta mujer hija de bailarina y escultor, que triunfó en los escenarios antes de dar el salto en los sesenta y montar una galería. Ella trajo a Rothko, a Calder o a Donald Judd y supo navegar las crisis y redoblar su apuesta cuando optó por seguir en solitario. Hace una década esta irreductible aficionada al toreo pasó los trastos a sus hijas Elvira e Isabel Mignoni.

Pregunta. Un nuevo premio y ya van unos cuantos.

Respuesta. Es un reconocimiento, también un acto de vanidad. Este de Alberto Anaut lo que me hace pensar es que él lo hubiera merecido porque apoyó enormemente la cultura.

P. ¿Viene de la feria de Basel?

R. Es la primera vez en 30 años que fallo. Cuando me establecí por mi cuenta, me insistían en que fuera y le dije a Helga de Alvear que me apoyase porque ella estaba en el comité. Me aceptaron, fui a darle las gracias, y me dijo: “no me des las gracias, que les dije que no tenías salida a la calle y que no llevabas ni dos años”. ¡Ella decía la verdad, era fantástica!

P. ¿Fueron las mujeres quienes más apoyaron el arte moderno en España?

R. Se dio esa circunstancia. Primero Juana Mordó, yo y Juana de Aizpuru y poco a poco, todo eran mujeres. Quizá porque somos más tenaces y persistentes y tenemos más paciencia.

P. ¿De qué decisión profesional se siente más orgullosa?

R. Cuando dejé Theo y me monté por mi cuenta. Otra decisión importante fue saber dar marcha atrás para que mis hijas, que lo hacen muy bien, no tuvieran a mamá encima dando la lata. Eso cuesta mucho.

P. ¿De quién aprendió el oficio?

R. En 1963 cuando me fui a Paris dos años, todo lo que hacía era ir a las galerías y al salón y a las bienales. Observando se aprende.

La galerista Elvira González, en su galería, en Madrid el 24 de junio de 2025.
La galerista Elvira González, en su galería, en Madrid el 24 de junio de 2025.SAMUEL SÁNCHEZ

P. ¿Quién le dio un buen consejo?

R. Daniel-Henry Kahnweiler me dijo que tenía que tener mucha paciencia. Cuando hicimos una expo de artistas españoles en la Escuela de París fui a verle porque me había hecho el texto de Manolo Hugué. No se me ocurrió que había que pagarle. También me hizo un texto Jean Cassou. Siempre les pedía a los mejores.

P. ¿Es cierto que la llamaban petite espagnole?

R. Sí, y a uno de los que me llamaba así un día le dije que cuidado con petite espagnole que a lo mejor le partía la cara.

P. ¿Cuál ha sido el cambio más importante que ha vivido en el arte?

R. Antes todo era más romántico. Los coleccionistas compraban porque les gustaba y les tenías que hacer evolucionar. Vas progresando, un artista te lleva a otro. El arte es la vida y necesita contempladores y artistas.

P. Bailarina antes que galerista. ¿Cómo llegó a la danza?

R. Sin darme cuenta porque mi madre cuando estaba embarazada de mí ya bailaba. Bailó con La Argentina, en el Teatro María Guerrero y en el Español. Cuando yo era pequeña salía del colegio e iba con mi madre al teatro y también cuando iba a ensayar a la escuela de Pericet en la calle de la Encomienda. Cuando alguna fallaba me pedían que me pusiera porque de tanto verlo más o menos me lo sabía. Luego aprendí la escuela bolera, barra y así empecé.

P. ¿Cómo lo dejó?

R. Cuando me casé ya no podía seguir. Aunque había bailado con Pilar López y con Antonio Gades. Fui de gira hasta a Tailandia. Mi obsesión era y es viajar.

P. ¿Cuál ha sido su último viaje?

R. Nepal y Bután.

P. ¿Cómo mantiene viva la curiosidad?

R. Yo quiero ver exposiciones y museos y conocer. El día que te lo sabes todo ya estás muerto.

P. ¿Cómo se cuida a los artistas?

R. Es complicado, pero hay que asumir su peculiaridad. Mi padre era escultor, me casé con un pintor, creo que conozco la sensibilidad y psicología del artista.

P. ¿Qué artista español se siente orgullosa de haber apoyado?

R. A Esteban Vicente le conocí mayor y le di un chutazo de vida.

P. ¿Qué cuadro hubiera preferido no vender?

R. En una crisis terrible vendí un morandi precioso. Con el tiempo logré comprarme otro.

P. ¿Hay que saber comprar y vender?

R. Pues claro, vendes tus bienes para remediar tus males.

P. ¿A qué artista le habría gustado conocer?

R. A Picasso, pero después del atentado en la galería en el que destrozaron sus grabados, no me atreví. Soy una devota de Picasso y de Miró, y a este último sí le conocí y era fantástico.

P. ¿Cómo recuerda ese atentado?

R. Tenía miedo, era 1971. Echaron vitriolo y rompieron todo. Puse una denuncia contra los Hijos de Cristo Rey, que dejaron sus cuartillas tras el ataque. Aún guardamos las muestras de aquel destrozo. Me lo han querido comprar, pero las vergüenzas de tu país no las puedes vender.

P. ¿Algún viaje este verano?

R. Voy a Aix-en-Provence y luego a Estonia y a Polonia.

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